miércoles, 9 de septiembre de 2009

Piratas Somalíes: ¿Ladrones o guardianes de mares?

En Somalia reina el caos y la pobreza más absoluta. Se trata de uno de los países del mun

do con unas condiciones más difíciles para sus ciudadanos; un país sin autoridad y sumido en la guerra desde 1991, dividido en clanes y grupos rivales, que con sus actos de violencia hacen aumentar, más si cabe, la inestabilidad del país. 

Tres de sus ocho millones de habitantes (no hay censo) están desplazados, escasea el agua potable, la luz eléctrica procede de generadores de gasoil y no disponen de sistemas educativos, ni de salud adecuados. A esta falta de derechos fundamentales hay que sumarle que, los somalíes soportan desde la caída del gobierno en 1991, las acciones oportunistas de algunos países occidentales, los cuales han destruido o robado sus recursos, tanto marítimos como terrestres.

Los pescadores somalíes se encuentran ante un mar enfermo y sin provisiones. A partir de la desaparición del gobierno somalí en 1991, y a causa de la ausencia de éste, comenzaron a llegar buques europeos a la costa de Somalia, los cuales sobre explotaron sin ningún tipo de control las aguas somalíes, y lanzaron enormes barriles, que sorprendentemente tuvieron unas consecuencias importantes en los habitantes de la zona. Los barriles contenían residuos nucleares procedentes de países europeos, que provocaron que los habitantes de la costa empezaran a enfermar. Después del tsunami de 2005, cientos de estos barriles vertidos y con fugas, terminaron en la orilla, centenares de personas enfermaron por la radiación, y más de 300 murieron.

El enviado de Naciones Unidas en Somalia, Ahmedou Ould-Abdallah, declaró que tras las investigaciones, se puede seguir el rastro del material nuclear hasta países europeos, quienes a su vez, entregaban estos materiales a la mafia italiana, para que se deshiciese de ellos de una manera poco costosa. Ante la responsabilidad del gobierno italiano, Ahmedou Ould-Abdallah dijo que “no han hecho nada, ni ha habido compensación ni prevención”.

En un contexto como este han surgido los piratas somalíes. No debemos confundir la idea de pirata del siglo XVIII, el ladrón salvaje y despiadado que se nos muestra en las películas, con la realidad actual en Somalia. Tampoco nos debemos confundir con la imagen que se nos ha dado en informativos o en medios de comunicación españoles. Para mí fue una gran sorpresa conocer los verdaderos objetivos de estas personas (gracias por cierto a mi profesora de Periodismo Internacional), ver la otra cara de los piratas, la que no se veía en los medios. 

Los piratas somalíes son pescadores corrientes, que en un primer momento intentaron disuadir a los buques que vertían residuos con lanchas veloces, o por lo menos cobrarles un tributo; se llaman a sí mismos Los Guardacostas Voluntarios de Somalia, y si prestamos atención a las palabras de Sugule Ali, uno de los piratas somalíes que ha concedido entrevistas telefónicas a medios, no es difícil entender porqué: “Nuestro propósito es parar la pesca ilegal y los vertidos en nuestras aguas (…) no nos consideramos bandidos de los mares. Los bandidos son aquellos que pescan, vierten residuos y llevan armas en nuestros mares”.

Cabe decir que ser pirata es el negocio más rentable en Somalia, el único negocio que funciona en un país destruido por las guerras. Cuarenta barcos secuestrados y 75 millones de euros de beneficio en 2008. A día de hoy mantienen secuestradas unas 250 personas y retenidos más de una docena de barcos.

Los piratas somalíes tienen sus razones de peso, y aunque no justifican en ningún caso, actos violentos como los secuestros de personas, debemos pensar que quizás en sí mismos no son el problema, sino la consecuencia del caos, y la destrucción de un país abandonado por el “primer mundo”. 

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